19 ago 2010

Juana

Después de tanto tiempo, volví.

Espero que les guste:

Juana 





Naciste en la luz, envuelta en flores,
Y a tu salud se brindó,
Una horda de angelitos, blancos,
En vino tinto te baño.

Sin relojes ni aparatos, nena,
Tu alma se durmió,
Y tu vida seguía, y seguía,
Y sin chistar te masticó.

Y tu materia gris volcó,
Y tu boca se abrió, y dijo mas de mil plegarias.


Juana, que triste historia,
Simple avión de papel,
Revuelto en un torbellino, rancio,
Que choca contra tu placer.

Manzana, media mordida,
Ya no encontrás tu lugar,
Entre orgías y días de gracias,
Tu cuerpo se volvió tu hogar.


Tu hocico, era sabido,
Valía más que tu amor,
Solamente, bastó abrirlo, lento,
Y así el diablo saboreó.

Y el petróleo fluye, dentro,
Como oro en casa de Dios,
Y el guacho, atento, dijo,
Si no sos vos, la pido yo.

Y brasas quemaron mi cuerpo,
Y mi piel se chamuscó, quedando hecha añicos.


Juana, que triste historia,
Barrilete sin cordel,
Que viajaba, apurado,
Sin el mapa, conocer.

Gusanos, testarudos,
Comieron de tu mano audaz,
Y sus dientitos, afilados,
Cortaron tu esperanza al ras.


Y así el camino, brutal,
Elegiste sin opciones,
Sin dudar, experta del no amar,
Entregaste tus sentidos al rapaz.

Sudando sangre aguada,
Levitaste como un maestro del Zen,
Garganta rota, de gritar sin ganas,
Rezaste sin decir Amén.

Y mientras el te ganaba,
Y tu piel lastimaba, vos clamabas por un rayo.


Juana, que triste historia,
Navío de un mar voraz,
Sin velerito ni barcaza, andabas,
Solo en un bote de madera y sal.

Navegante, de tierras blandas,
Fumaste, sin respirar,
A lucecitas que no brillaban, nunca,
Para escupirlas al jugar.


Y así tus pulmones seguían, sin ganas,
Y tu estigma de belleza no te abandonaba, jamás.


DT

5 jul 2010

Frase del día

La frase de hoy es:

Ocurra lo que ocurra, aún en el día más borrascoso las horas y el tiempo pasan.

William Shakespeare - (1564 - 1616) - Escritor británico (1)



 Fuente: Wikipedia

De nuevo en el camino

Lectores:

Les pido mil disculpas por éste tiempo que me ausenté, la verdad estuve con bastantes cuestiones de tiempo personales... pero ahora volví a mi pequeño espacio compartido, y espero poder seguir por acá dando vueltas un tiempo más.

Nos leemos.

DT

27 may 2010

Frase del día

La frase de hoy es:

No hay nada repartido de modo más equitativo que la razón: todo el mundo está convencido de tener suficiente.

René Descartes - (1596 - 1650) - Filósofo y matemático francés (1)




Fuente: Wikipedia

26 may 2010

Pasiones esbozadas



"A quienes me preguntan la razón de mis viajes les contesto que sé bien de qué huyo pero ignoro lo que busco."

Michel Eyquem de Montaigne - (1533 - 1592) - Escritor y filósofo francés



"El olor tostado del café de ésta mañana tenía algo especial. Ese aroma cálido y húmedo entraba por mi ventana y se fusionaba con el espectro de cafeína humeante que invadía mis fosas nasales, como una sobredosis de juventud en taza.

Era un día único.

El sol se reflejaba atrevido, osado, con ganas de mostrar lo que nadie quiere ver; las nubes bailaban al ritmo del viento, que erosionaba esas rutas sin fin en el horizonte.

Yo me encontraba en mi antigua mesa de caoba, como era usual por las mañanas, desayunando junto a ella, en silencio.
Solamente hacía falta escuchar el suspiro luego de un sorbo o a los pulmones llenándose de vida, para saber que estábamos conectados por algo sobrenatural.

No existía el tiempo para ella, ni el olvido para mí.

Y como era de costumbre, yo levantaba los restos de la mesa. Y al levantarme, sentía como mis huesos hacían un esfuerzo imperioso por no disolverse como arena en el mar.

El tiempo sí pasaba para mí.

El agua rejuvenecía mis manos mientras limpiaba esa taza, y esa cuchara, y ese cuchillo para untar. Era una fiesta en mi piel que me gustaba revivir casi tanto como los besos en la mejilla que me daba antes de salir a sentarnos a la puerta y contemplar las hojas amarillas en caída libre que el otoño nos regalaba.

La miré por un segundo, y fui al frente de mi casa.

Ahí estaban nuestras sillas, ni muy cerca ni muy lejos, como a ella le gustaba. Me senté, y la esperé; sabía que pronto vendría a mi lado.
Y como era un día único, llevé nuestro álbum. Pero no era de fotos, sino de momentos. Momentos que reflejados en un objeto, como todos, eran nuestro escudo en la larga senda de la edad; nuestra lanza contra el Dragón del Olvido.

Nuestro hobbie.

¡Si habremos recorrido el misterioso territorio Latinoamericano, los confusos senderos orientales y la rencorosa Europa!¡Y cómo olvidar los fríos campos olvidados de Siberia!

¡Ese afán por la filatelia que tanto nos unía!

Y nos une.

Abro la corroída tapa dura y contemplo allí nuestras aventuras, deseoso porque viniese rápido y pueda apreciarlas junto a mí.
Si habremos pasado frío, peligros y dudas, siempre juntos, como caballos de mar en medio del océano. Nada nos importaba, nada nos separaba; esas estampillas eran lo que mantenía nuestros cuerpos como volcanes en la nieve, como fragatas en los mares y como tigres en la selva.

Conseguir congelar esos momentos en ese álbum, fue mi mejor cualidad. No hay estampilla que no tenga su fecha, origen y motivo. Toda nuestra línea de tiempo estaba marcada por papeles históricos que marcaban sucesos inesperados de carácter indispensable en nuestro futuro. Y allí estábamos nosotros, como accesorios de esos grandes momentos.

Tesoro compartido e infinito que todo lo nuestro contenía.

Y éste afán me lo inculcó ella, y no podría haberlo aprendido mejor, ni abandonarlo. Jamás.

...

Y sonó el pitido del reloj, ése que me regalo cuando estábamos en una feria de Valdivia, y sabía que estaba cerca. Lo presentía.

Necesitaba saber que vendría ésta vez y que no me dejaría plantado, como esa mañana en la cual cuando yo llegué, ella se iba.
Necesitaba ver junto a ella éste álbum y repasar nuestras vidas, y ver que nos deparaba.

Pero yo sabía la respuesta.

La vi en esa hoja enmarcada y quedé pasmado. Su suave rubor natural y su mirada con vida propia me recordaron ese viaje, esa vida y esa noche.

Habíamos encontrado esa pieza que completaba el rompecabezas que alguna vez comenzó y no tenía fin, y que su abuelo, que tenía recorrido más camino del que hay, le había regalado.
Esa pieza que llena de inocencia se perdió en una mudanza de las tantas de su infancia.

Y allí estaba.

No sé si era la mirada, la piel o la expresión, pero hablaba sola. Y me recordaba tanto a ella.

Y luego de haber entendido que los recuerdos sin recordarse se olvidan, ella apareció, como dándome la razón.

Mi esfuerzo había tenido sus frutos.

Se sentó a mi lado, tomó mi arrugada mano, y al oído me dijo:

- Aquí estoy, como siempre y nunca, solamente que tus ojos se acostumbraron a leer tus pensamientos.

Y una lágrima cayó, apagando a los pájaros, a los niños y hasta el resoplido de un Dios que se había aburrido de esperar.

- Gracias por venir, te estaba esperando.
- De nada mi amor, ya sé que tarde demasiado. Pero aquí estoy, lista para quedarme, y vos listo para irte.

Y la tibia luz que venía de no sé donde me acarició, y sentía como el pasto rozaba la yema de mis dedos, y ella me abrazaba, fuerte.

Y me relajé, sabiendo que al otro día, ambos oleríamos ese volátil y delicioso café, y veríamos el álbum, como todos los días; para siempre."


DT

7 may 2010

Enseñanzas de un Sauce Llorón


"La luz de ésta mañana creaba un verde vida en la pradera.

Mientras yo caminaba, solitario, sobre el sendero que llevaba al pueblo, aprovechaba a contemplar toda esa paz que inundaba el aire.

Simple. 

Serena. 

Impecable.

Implacable.

Parecía que ni la ira de un Dios podría romper este ecosistema perfecto, hacedor de un ambiente casi milagroso.
Lo que más me asombraba era ver como luego de nuestra llegada a la Tierra, haya podido sobrevivir tanto tiempo.

Pero ahí estaba Ella, un poco herida, pero sublime; condecorosa. Y lo más triste, es que el hombre nunca asistió a su entrega de medallas.

...

A mitad de camino, divisé una fuente de luz tan potente como el mismo Sol. 

(1) hubiese estado orgulloso.

Al acercarme, sentí que las piernas se dormían, sedadas, y que mis ojos no podían ni querían apartar la vista de ése oasis. Aproximádamente a 100 metros, una mujer rubia yacía debajo de las hojas tristes de un Sauce Llorón, y debajo de éste, sollozaba.

Comencé a caminar hacia Ella, casi titubeando, buscando la respuesta en una mirada que parecía no existir. ¿La habrán herido?¿Abandonado, quizás?¿Roto el corazón?.
Y tales preguntas rebotaban en mi cabeza como mis pies contra el suelo. Podía sentir cada paso como un reloj de arena: dudoso, inexacto, inexperto.

Ya solamente a unos pasos, frené. No sabía que decirle. ¿Si de mi sólo salían palabras vacías?¿Si sólo quería estar sola, lejos de sus penas, y yo interrumpo su ansiada soledad?

- [Creo que lo mejor será largarme de aquí sin que lo note... su mirada está clavada en el suelo, como mirando el corazón del planeta y queriéndole enviar una porción de su lamento para que entendiera algo...] ...
- No... no te vayas, necesito hablar con alguien. Por favor.

Esas palabras fueron suaves como la piel de una madre e importantes como la aprobación de un padre. Retumbaron en mi sistema nervioso unos segundos, asimilando las sensaciones, para luego entender que necesitaba ése oido que mucho tienen y poco le hablan.

Pero acá estaba, sentado a su lado. Mi oído estaba listo.

...

Y fué un momento incómodo.

Era como sentirse observado no por una mujer, si no por todas las mujeres. Su rostro era jovial, pero su mirada añeja, sabia. Y lo peor de todo, sentía que la conocía más que a mí mismo.

¿Cómo puedo sentir ésta sensación, si no la conozco?

Y de golpe, su mirada llena de amor-odio fue complementada de una manera que no me esperaba; me dejó atónito.

- (Lagrimeando, desconsolada) ¿Porqué?
- ¿Perdón?
- ¿Porqué no me querés?

Era como si un puñal fuese clavado en mi pecho de una forma tan pasional, que me destrozó. La sustancia segregada por mi cerebro solamente incluía confusión y culpa, mucha culpa. Pero aún más confusión.
¿Cómo puedo sentirme así, si no la conozco?

- (Con un grito casi ahogado) ¿Porqué? Sólo quiero entender...
- Es que el que no entiende soy yo, señorita. ¿Cuál es su nombre?
- ¿Háce falta que lo diga?

No. No hace falta. No era necesario nada más.

Ella se inclinó hacia mí, y me dió un abrazo. Ese calor que no sentía hace rato, invadió todos mis poros hasta convertirnos en uno.
Y finalmente pude ver; fué como viajar en el tiempo.

Sentí como el cuero de mis zapatos se fundía con la tierra, y me iba absorbiendo. Y entendí que al final, eso somos. Solo tierra que escapa para vivir una aventura, dejando atrás su escencia.
Un remolino envolvió mi cuerpo, y al instante, no era nada: ni piel, ni huesos, ni músculos.
Solo sentidos.

Y de golpe me vi sobrevolando el Sauce Llorón, y luego el pueblo, y luego la ciudad. Y yo sabía que no estaba solo. Sólo Ella podía mostrarme lo que no quería ver, lo presentía.

Y sin señalar, mi vista se dirigió a un pobre hombre que dormía en un costado de la calle. Y se hizo de noche; y comenzó a llover. Y Ella hizo que presenciara esta obra macabra, sin director y sin guión, solo con actores., envueltos en el regocijo de saber que son dueños de todo, pero a la vez de nada.

Y fué ahí que giré mi vista, y vi a un pobre perro. Flaco, escuálido, indefenso como un recién nacido.
Un hombre que estaba limpiando la vereda lo vió, sospechando que tal vez, solo tal vez, le robara con una mirada una caricia; un pedazo de pan. Sin que le tiemble el pulso, lo echó a escobazos que el perro resistía como podía, ya que ni fuerzas para escapar le quedaban.

Otro remolino llegó de la nada, y entre chispazos dorados y una brisa tibia me transportó a otro lado; o por lo menos eso creo.

Y allí vivían más y más de ellos. Todos Sauces Llorones, que me miraban fijamente, como pidiendo auxilio.

Y noté la preocupación en sus hojas y la desesperanza en sus raíces, y no sé cómo, pregunté susurrando:

- ¿Qué les sucede, que están llorando, deprimidos y desesperanzados?
- Porque ustedes no nos dan una respuesta. Sólo eso pedimos para desterrar ésta pena inmunda que nos invade desde antes que Adán viera la luz.
- Dime, tal vez pueda ayudarte.
- ¿Porqué?¿Porqué no nos quieren?¿Porqué nos lastiman, nos rechazan, nos desvalorizan, si todo lo que somos son ustedes, y lo que ustedes son lo somos nosotros?

Y me quedé mudo; mis sentidos desaparecieron.

Y entendí que la mujer que ví junto a ése árbol era parte de éste todo que nadie recibe, y que nadie entiende porqué. Y lo único que sentía era la mirada triste de esos árboles, que ni con su sabiduría podían entender el sentimiento más desalmado que poseemos: la ingratitud.

Y quedé flotando, en la nebulosa, como un castigo divino que había caído sobre mi como la espada de Damocles (2).

No sentí dolor físico; no existía.

Solo quedé ahí, estático, mientras una horda de hombres de todas las razas avanzaban, talándolos, cortándolos. Y ellos me decían "Hasta luego", con una gota de esperanza de que algún día, nos reunamos, y podamos disfrutar juntos de la refrescante lluvia y de la envolvente brisa cálida que hoy por hoy, no sentía."

DT

3 may 2010

Frase del día

 La frase de hoy es:
 
Los vicios vienen como pasajeros, nos visitan como huéspedes y se quedan como amos.


Confucio - (551 AC - 478 AC) - Filósofo chino (1)






DT

Ojos de plástico

"Ella fue mi amor imposible.

Esa mujer de ojos celestes, que entonaba con su voz los acordes del cielo y del infierno. Esa joven creación de Ése que es hábil con el pincel y más que innovador con los detalles. Ése que crea lo más hermoso que existe. Sí, Él, se dió un gusto.


El gusto de crear algo inolvidable y tan volátil a la vez, como puede ser una caricia o una palabra; una promesa de salvación para el alma que vislumbre su piel blanca, casi transparente.

Pero no salió tal como lo planeaba, si no que se dió cuenta, que el no podía darse el lujo de sentir placer, haga lo que haga.


Pensar que la joya más preciada de su harén crezca entre sus hijos bastardos, era un insulto hacia el buen juicio. 

Igualmente, la creó.

Sin titubeos, sin siquiera pestañar, la envió a un mundo habitado por extrañas figuras con sentimientos aleatorios. No sé si será un capricho, un flagelo o su ingenuidad, pero no importa.

Gracias a él la conocí.

Simplemente bastó un poco de suerte y exceso de tiempo. Gracias a ése banco de plaza, a los ancianos caminando a paso lento, a las plantas dejándome abrir el pecho y poder seguir viviendo unos segundos más.
A veces solo un momento puede ser más largo que toda una vida, y éste es un buen ejemplo. Mi cuerpo vacío desbordaba de vida cuando mis ojos de color indefinido se entremezclaban con sus ojos, de color nube, y sentían el escalofrío de una noche solitaria frente a la ventana.


Fué único.


Y doy gracias porque no se haya repetido.


No podría haber soportado que la costumbre y la mundanidad hayan absorbido esa mirada, que me atravesó por unos segundos de lado a lado, como una lanza espartana.
En ese instante, un futuro como si fuese de otro, realizó un viaje a toda velocidad por mi cabeza, con aires de burlón. Me sentía un niño que vió su regalo envuelto, y estaba ansioso por saber si le gustaría lo que hay allí dentro o nó.


Pero dudé.


En realidad nó, no quería saberlo. No quería desilusionarme como me era de costumbre.
La desilusión es peor que la derrota, que la verdad y la mentira. Es una sensación de debilidad mezclada con el odio, fórmula letal en manos inexpertas.


Pero para mí era normal, no había que precipitarse. La ruta que había trazado para mi a lo largo de los años, me desilusionaba.


Solamente era dejar pasar ese momento, y tras el paso de las horas, todo se aliviaría.
Ya sea por lo efímero del placer o por centrar mi atención en la mujer que me espera todos los días, ésto iba a pasar a ser solo "lujuria".


Nada más tenía que razonar, ejercicio a entrenar para las personas enamoradizas. Y se podría decir que yo era un soldado raso.


¿En qué cabeza cabía la posibilidad de que ése ángel caído pudiera ser mío?


Las chances de ganarse la lotería son pocas, pero menos son aún las de un amor a primera vista, tan instantáneo, que a su vez, sea correspondido.


Pero ella seguía mirándome, casi obligándome a ser narcisista por un día. Y lo logró.


Le creí a sus ojos color cielo, que me daban una esperanza absurda, confundiendo a los míos, burdos e inexpertos.


...


Fué espantoso. La expresión de su rostro, la tormenta en sus pupilas y el fuego en sus palabras.


Ése segundo en el que me creí príncipe azul, me lleno el alma, para luego desterrarla con un soplido agudo, dejándola a la deriva y con una herida mortal.


Fué su respuesta a mi invitación, digna de un cordero, de tomar un café por la tarde, la que me apabulló. Ése "Nó" rotundo, seguido de una expresión que mezclaba desprecio con un poco de soberbia, me cegó un segundo, y luego, me tumbó; fué algo que nunca mas quiero vivir.


Simplemente me quitó los sentidos y los vendió al peor postor. Y me quedé sin ojos para apreciar, ni habla para demostrar, ni olfato para deleitar, ni oído para escuchar, ni tacto para amar.


...


Al volver a mi hogar, mi esposa me preguntó como era de costumbre: "¿Cómo estuvo tu día, mi amor?"; la miré fijo con mis ojos nuevos, plásticos, de repuesto y totalmente artificiales, agarré su mano con ambas mías y le dije, fríamente: "Bien, como siempre. Aunque un poco agotador...".


Si supiera que por un instante mi imaginación permitió a la naturaleza convertirme en su "conejillo de indias", y que eso, fue lo más importante que me sucedió, creo que tendríamos algo en común: desilusión."


DT

29 abr 2010

Frase del día

La frase de hoy es:

Siembra un acto y cosecharás un hábito. Siembra un hábito y cosecharás un carácter. Siembra un carácter y cosecharás un destino.


Charles Reade - (1814 -1884) - Escritor inglés (1)


DT