3 may 2010

Ojos de plástico

"Ella fue mi amor imposible.

Esa mujer de ojos celestes, que entonaba con su voz los acordes del cielo y del infierno. Esa joven creación de Ése que es hábil con el pincel y más que innovador con los detalles. Ése que crea lo más hermoso que existe. Sí, Él, se dió un gusto.


El gusto de crear algo inolvidable y tan volátil a la vez, como puede ser una caricia o una palabra; una promesa de salvación para el alma que vislumbre su piel blanca, casi transparente.

Pero no salió tal como lo planeaba, si no que se dió cuenta, que el no podía darse el lujo de sentir placer, haga lo que haga.


Pensar que la joya más preciada de su harén crezca entre sus hijos bastardos, era un insulto hacia el buen juicio. 

Igualmente, la creó.

Sin titubeos, sin siquiera pestañar, la envió a un mundo habitado por extrañas figuras con sentimientos aleatorios. No sé si será un capricho, un flagelo o su ingenuidad, pero no importa.

Gracias a él la conocí.

Simplemente bastó un poco de suerte y exceso de tiempo. Gracias a ése banco de plaza, a los ancianos caminando a paso lento, a las plantas dejándome abrir el pecho y poder seguir viviendo unos segundos más.
A veces solo un momento puede ser más largo que toda una vida, y éste es un buen ejemplo. Mi cuerpo vacío desbordaba de vida cuando mis ojos de color indefinido se entremezclaban con sus ojos, de color nube, y sentían el escalofrío de una noche solitaria frente a la ventana.


Fué único.


Y doy gracias porque no se haya repetido.


No podría haber soportado que la costumbre y la mundanidad hayan absorbido esa mirada, que me atravesó por unos segundos de lado a lado, como una lanza espartana.
En ese instante, un futuro como si fuese de otro, realizó un viaje a toda velocidad por mi cabeza, con aires de burlón. Me sentía un niño que vió su regalo envuelto, y estaba ansioso por saber si le gustaría lo que hay allí dentro o nó.


Pero dudé.


En realidad nó, no quería saberlo. No quería desilusionarme como me era de costumbre.
La desilusión es peor que la derrota, que la verdad y la mentira. Es una sensación de debilidad mezclada con el odio, fórmula letal en manos inexpertas.


Pero para mí era normal, no había que precipitarse. La ruta que había trazado para mi a lo largo de los años, me desilusionaba.


Solamente era dejar pasar ese momento, y tras el paso de las horas, todo se aliviaría.
Ya sea por lo efímero del placer o por centrar mi atención en la mujer que me espera todos los días, ésto iba a pasar a ser solo "lujuria".


Nada más tenía que razonar, ejercicio a entrenar para las personas enamoradizas. Y se podría decir que yo era un soldado raso.


¿En qué cabeza cabía la posibilidad de que ése ángel caído pudiera ser mío?


Las chances de ganarse la lotería son pocas, pero menos son aún las de un amor a primera vista, tan instantáneo, que a su vez, sea correspondido.


Pero ella seguía mirándome, casi obligándome a ser narcisista por un día. Y lo logró.


Le creí a sus ojos color cielo, que me daban una esperanza absurda, confundiendo a los míos, burdos e inexpertos.


...


Fué espantoso. La expresión de su rostro, la tormenta en sus pupilas y el fuego en sus palabras.


Ése segundo en el que me creí príncipe azul, me lleno el alma, para luego desterrarla con un soplido agudo, dejándola a la deriva y con una herida mortal.


Fué su respuesta a mi invitación, digna de un cordero, de tomar un café por la tarde, la que me apabulló. Ése "Nó" rotundo, seguido de una expresión que mezclaba desprecio con un poco de soberbia, me cegó un segundo, y luego, me tumbó; fué algo que nunca mas quiero vivir.


Simplemente me quitó los sentidos y los vendió al peor postor. Y me quedé sin ojos para apreciar, ni habla para demostrar, ni olfato para deleitar, ni oído para escuchar, ni tacto para amar.


...


Al volver a mi hogar, mi esposa me preguntó como era de costumbre: "¿Cómo estuvo tu día, mi amor?"; la miré fijo con mis ojos nuevos, plásticos, de repuesto y totalmente artificiales, agarré su mano con ambas mías y le dije, fríamente: "Bien, como siempre. Aunque un poco agotador...".


Si supiera que por un instante mi imaginación permitió a la naturaleza convertirme en su "conejillo de indias", y que eso, fue lo más importante que me sucedió, creo que tendríamos algo en común: desilusión."


DT

2 comentarios:

  1. lo que es romper la rutina una vez cada tanto...

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  2. La desilusión forma parte de nuestro día a día, la culpa la tenemos nosotros por general faltas expectativas

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